domingo, 14 de noviembre de 2010

Los incidentes en la manifestación de apoyo al pueblo Saharaui.

Hoy UPyD ha estado en la manifestación de apoyo al pueblo Saharaui que ha transcurrido desde Atocha a Sol. Es curioso pensar como algunos individuos concurren a cualquier acto, independientemente de lo que se apoye en el mismo, con la sola intención de provocar problemas, sin importarles cuál era la esencia de esta manifestación: protestar por la violencia que impera en el Sahara.

Durante el recorrido, una serie de niñatos (presuntamente de extrema izquierda) de rostros tapados y orquestados por algunos individuos que no merecen ni tan siquiera tal calificativo –el de niñatos- se han dedicado a provocar a los afiliados de UPyD que estábamos en la misma, mediante la utilización de la dialéctica que les es propia, esto es: insultando estúpidamente, llamándonos fascistas, haciendo “calvos” –indudablemente es la única función de sus posaderas- tirando petardos, arrancándole a un militante una chapa de UPyD y quitándole a otro una gorra magenta… y gritandonos que porque llevábamos la bandera de España, la única de toda la manifestación, eramos unos fascistas.

En definitiva, haciendo gala de sus fuertes –sin duda- convicciones “políticas

Entiendo que las personas tenemos inteligencia y capacidad dialéctica… ¿Todas? Todas no. No se puede dialogar con artistas de la sordera política, con individuos que van predispuestos a usar la violencia –sea física o verbal- contra aquellos -o aquello- que no pueden rebatir utilizando esa inteligencia y dialéctica que se les supone como seres humanos.

Como siempre, habrá comentarios –ya ha comenzado a haberlos en algún medio- al respecto, en los que esa conducta “tan democrática” es justificada por algunos diciendo: “…los del PP y UPyD van a este tipo de manifestaciones a provocar con lo que es normal que haya personas que se enfaden con ello…”

¿Provocar por llevar una bandera de España… en España.

Me imagino, que en una vuelta de tuerca más, alguno incluso alguien dirá que no nos insultaban por llevar la bandera de España, sino porque somos unos oportunistas ¿Oportunistas por acudir a un acto en defensa de algo que ha sido parte integrante de la propia génesis del Partido?.

Se lo que ha sucedido, he escuchado los insultos y he sido testigo directo de violencia de la que hemos sido objeto, no porque lo haya leído en la prensa, sino porque al igual que otros muchos compañeros, estaba allí.

Al lado de la cabecera de UPyD, algunas personas portaban banderas republicanas… detrás de nuestra cabecera ikurriñas, banderas del PCE, saharauis… y desde luego ningún afiliado de este Partido les ha increpado en modo alguno porque ofrecemos lo mismo que exigimos: respeto. Y si en algo no estamos de acuerdo, estamos dispuestos a hablarlo de tú a tú, poniendo encima de la mesa nuestros puntos de vista, nuestros argumentos y nuestras convicciones, en un debate enriquecedor, no mediante la violencia o el insulto.

Y mientras tanto, los saharauis, que deberían haber sido los verdaderos protagonistas de esta manifestación –solidariamente- se han unido a nosotros, detrás de la pancarta de UPyD, para mostrar su apoyo a un Partido que ha hecho de su problema una bandera, desde hace mucho más tiempo del que algunos de los que nos insultaban, recordaran.

Continuamos con la marcha, más o menos tranquilos, hasta que se dio por finalizado el acto, momento en el que Rosa, que había estado en la pancarta principal, vino a saludarnos… y vuelta a empezar. De nuevo insultos: personales, contra la bandera… de tal forma que los compañeros hemos hecho una cadena, enlazando nuestros brazos e impidiéndoles entrar en el núcleo en el que se encontraba la bandera, la pancarta y Rosa para evitar mayores problemas. ¿Cómo les hemos respondido? ¿Cómo les hemos enfrentado? Con una sola palabra, con un solo grito: Libertad.

Esa libertad que estos individuos que nos empujaban dicen defender pero niegan a los demás, a aquellos que no “pensamos” como ellos (os aseguro que me cuesta unir esas dos palabras pensar y ellos)

Cuando finalmente nos hemos ido, lo he hecho satisfecho, y apesadumbrado; satisfecho porque hemos demostrado que frente a la “argumentación” de unos “elementos” que tras sus rostros ocultos, buscaban únicamente “bronca”… está el derecho -nuestro derecho- a expresarnos en libertad. Hemos estado -y debíamos estar- ahí, porque la calle es nuestra –de los ciudadanos- y no podemos permitir que la sinrazón y la violencia de estos energúmenos se apodere de ella.

Nuestra acción política está cimentada sobre las bases de la libertad, la democracia, las ideas, la integridad y el respeto hacia los que no piensen como nosotros, no sobre la sinrazón, la violencia o la corrupción.

Para eso… están ellos, los que piensan que la calle es suya y que la violencia es la solución.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

La singladura de un navío llamado España.

Ahora mismo este barco navega en mitad del proceloso océano, en una errática derrota que se quiere solucionar con un mero cambio de Gobierno… ¿de Gobierno, de tripulación?... de los ministros que acompañan al capitán en un periplo, en definitiva… ¿hacia dónde?, quizá ese sea el problema, porque sea quien sea el timonel, las instrucciones, las da el capitán, un capitán que no sabemos hacia adonde nos dirige, ni él ni quienes le acompañan en el puente de ese navío.

Pero a ellos, les da igual porque no son más que palmeros de lo imposible, defensores de prebendas inmerecidas… que aplauden con convicción a quién se las regale donosamente, sea capitán, contramaestre… o simplemente el grumete.

Las cubiertas de este navío que naufraga poco a poco están repletas de miembras -y algún miembro, imagino- de modernas y modernos, de liberales de pacotilla y de fauna del más variado pelaje que se nutre de los fondos públicos, que comienzan también a ser consientes de que este –otrora imponente navío- se está convirtiendo en un simple naufragio, por lo que hasta algunos de sus más preclaros miembros (¿los de la ceja?) lo abandonan, buscando otro que los acoja en cómodos camarotes.

Consciente de que algo no va bien, el capitán –en lugar de cambiar la derrota- se limita no a variarla, sino a poner como segundo oficial (oficial de puente) a un tal Rubalcaba, para que bregue con la tripulación, y sobre todo con los galeotes –que bogan en las entrañas del barco para que este avance- y que en un día pueda, incluso ocupar el cargo de capitán en ese navío que navega hacia ninguna parte.

Este navío ha perdido el Norte entre una algarabía de medidas presuntamente modernas, pero que tienen que pagar quienes componemos la sufrida clase media. Un País repleto de parados (y que conste que a mí del paro no me preocupan las cifras, me preocupa más el drama de cada ser humano que está detrás de cada número, con sus hijos, con sus hipoteca, con su desesperación…) ¿La solución? Reseñar en el diario de abordo unas EPAs en las que se cuenta a parados que están realizando cursos de formación, a funcionarios… a quién haga falta para que las cifras sean “racionales

¿Alguien le ha dicho al Sr. capitán que una cosa son las cifras… y otra las personas?

Me gustaría que alguien tuviera en cuenta cuales son los problemas reales de la ciudadanía de este País, y no solo aquellos que el capitán de este navío cree que son los importantes. Quizá algún día debiera bajar y hablar con los galeotes, con los que bogan, de los temas importantes.

Hablar de “presuntas” negociaciones con terroristas y con sus ideólogos porque si se negocia con los terroristas o con los que les apoyan, no se está más que dando un “balón de oxigeno” en un juego al que ya han jugado en otras ocasiones. El querer ser recordado como el “presidente que acabó con ETA” ha pasado por la mente de muchos Presidentes: Felipe González, José María Aznar y ahora el Sr. Zapatero podrían hablar de eso. Pero la realidad es que la banda ha propugnado este juego a través de comunicados de treguas envenenadas que han aprovechado para reorganizarse.

O se podría hablar –también- de la venta de lo que es de todos, con vistas a continuar nos meses más –apenas- detentando un poder ficticio, como la negociación a la que hemos asistido –incrédulos- con el PNV, que ha consagrado que igual que existían ciudadanos de primera y de segunda -dependiendo de en qué parte del País se haya nacido- ahora también tenemos parados de primera (que por mor de la citada negociación para el apoyo de los Presupuestos Generales, cobran más en el País Vasco y parados de segunda, que en el resto del País cobraran menos) cuando entiendo que todos aquellos que tienen la desgracia de encontrarse en el paro, deberían recibir las mismas prestaciones, por la sola razón de ser ciudadanos de este País.

De tirar el dinero público –si, ese que no es de nadie, pero que creo que es de todos- en ayudas “muchimillonarias” a sindicaleros –perdón sindicalistas- de países de América del Sur, ¿quizá en el seno de esa exótica cosa que se llama “Alianza de las civilizaciones” o en cualquier peregrina idea que pueda sugerir modernidad?

De los problemas con Marruecos que utilizan Ceuta y Melilla como moneda de cambio frente al conflicto saharaui. Un conflicto que propició el último gobierno de Franco, dejando a los saharauis abandonados a su suerte, porque alguno de otro de sus ministros ya había llegado –presuntamente- a un acuerdo con Hassan II para la explotación de los fosfatos del antiguo Sahara español, a través de “empresas mixtas”. El problema es que cuando Hassan II se encontró en el Sahara... ya se sabe “donde dije digo, digo Diego”.

¿Y cómo se hace frente a ese conflicto? En lugar de poner las cosas en su sitio, se transige, se ayuda, se da dinero, trata de “hacerse amigo” de nuestros “vecinos del Sur”, expertos en la política del “palo y la zanahoria” con España, con la esperanza de que no exijan algo que no es suyo, Ceuta y Melilla, que ya eran españolas antes de que el Reino de Marruecos estuviera tan siquiera esbozado. Y mientras tanto, en este País, asistimos a denuncias de asociaciones islámicas –algunas hasta “culturales”- que se permiten el lujo de denunciar –y exigir- aquí, lo que no se atreven a denunciar –y exigir- en sus países respectivos.

O de que España, en política internacional, tiene la misma importancia que los tratados que discuto yo en la junta de vecinos de mi comunidad ¿o menos?. Bueno, eso ya está solucionado con el último cambio de tripulación. La perdedora de las elecciones de la FSM –ahora ministra de Asuntos Exteriores, que da más relumbrón que Sanidad- se dedica a visitar a mandatarios –como el Sr. Evo Morales- para desearle su pronto restablecimiento, mientras en los campamentos de refugiados saharauis corre la sangre. Evidentemente la sonrisa de Trinidad Jiménez, luciría menos en el Sahara.

He hablado del Sr. Zapatero pero no del principal partido de la oposición, otro mastodóntico bajel que permanece al pairo, esperando recoger a quien salte de la borda el día que el barco del Sr. Zapatero se hunda definitivamente. ¿Por qué no hablo del PP? por dos razones: La primera porque no están en el poder ejecutivo, se limitan a seguir la estela de su antagonista, y entiendo que de quién hay que hablar es de quien está en disposición de poder hacer las cosas.

La segunda es porque más allá de lo suyo; "cosas de juzgados" y las penosas penurias económicas de sus dirigentes (en su día la Sra. Aguirre y útilmente la Sra. Cospedal) etc. no existen como contrapunto al partido del gobierno, como oposición, ni tan siquiera en el papel de ese contramaestre taimado que siempre intenta ocupar el puesto del capitán sublevando a la tripulación. Si uno es malo… el otro… el otro ni tan siquiera es bueno.

Por eso, me temo que este navío que se llama España, no saldrá de su marasmo en Mar de los Sargazos, hasta que la pequeña piragua magenta que se vislumbra en el horizonte logre abordarlo y hacerlo navegar –de nuevo- hacia su puerto de destino, utilizando su programa, su ilusión, el trabajo y el contacto con los ciudadanos.