martes, 18 de mayo de 2010

El sistema sanitario publico español

Esta entrada no va a tratar de política. Va a tratar de algo más importante: la vida, la salud, la sensibilidad y la profesionalidad.


A mí –como creo que a tantas otras personas- no me gustan los hospitales. No me gusta lo que siento, ni lo que percibo en ellos, ni el sufrimiento humano presente tanto en los box, como en las plantas, Ni ese calor asfixiante -tan típico- ni esa peculiar mezcolanza de olores entre los que se mezclan el dolor humano y los desinfectantes. Pero hay ocasiones en las que no queda más remedio que ir y estar, o porque lo necesita uno mismo o porque una persona querida tenga que estar ingresada. Hasta la fecha, mi paso por los hospitales había sido fugaz… hasta hace relativamente poco tiempo, en la que un ser muy querido fue ingresado.

La salud es un bien fundamental, a pesar de que cuando la tenemos, no somos conscientes de su importancia… hasta que la perdemos. Y entonces entramos en contacto con el personal sanitario frente al que nos encontramos inermes, estamos a merced de unos desconocidos en cuya profesionalidad tenemos que confiar ciegamente y cuya sensibilidad y conocimientos, apenas “se les suponen”.

Las series de TV “de médicos” tienen mucho éxito ¿Cuántas temporadas lleva House? La ficción nos da una visión deformada de la realidad. Médicos que siempre tienen una solución para salvar la vida del paciente, galenos que a través de sueños oníricos dan con el tratamiento ideal para cada cuadro clínico, por complicado que este sea. Y esto, a los que estamos sanos nos hace pensar que cualquier enfermedad por extraña y complicada que sea tiene una solución. Pero la vida no es como nos la sugieren en las series de TV o en las películas. La vida es la realidad. Y la realidad es que a veces, la medicina no tiene una respuesta adecuada para salvar la vida del paciente.

La realidad tiene más que ver con la enfermedad, con la desesperación de unos pacientes y de unos familiares que ven como una vida se extingue irremediablemente, con la falta de una respuesta médica que pueda evitar el “eterno adiós”, porque la medicina solo puede luchar con la muerte hasta cierto punto. Y ahí es cuando te das cuenta de lo importante que es un personal sanitario dedicado, vocacional y con humanidad, y no solo un personal profesionalmente preparado.

Desde el punto de vista del usuario, la medicina tiene –además de técnicamente eficaz- que ser humana.

A nuestro juicio quedan muchas cosas que solventar en la actual sanidad pública para que está funcione correctamente, al menos esa es la impresión que tenemos después de haber tratado –y peleado en ocasiones- con ella durante largo tiempo: contar con el número adecuado de personal sanitario para desempeñar correctamente sus funciones, agilizar la administración y los ingresos, fundamentalmente en el área de urgencias, descongestionar los box, concienciar a determinado personal sanitario que está tratando con personas enfermas y sus familiares y que estos –habitualmente- se encuentran con la sensibilidad a “flor de piel”… pero eso será objeto de otra entrada en este blog.

Pero ahora, desde estas líneas simplemente queremos dar las gracias al personal de las ambulancias que la han estado trasladando –que no a su empresa- a los celadores del centro sanitario y aquellos que desde la primera vez que se ingresó a Amalia se han estado ocupando de ella en hemodiálisis y que durante dos años y medio la han estado dializando. También al personal de la planta 8 de nefrología del Hospital Universitario de La Paz, principalmente al personal sanitario que estuvo de servicio en la habitación 805: a los médicos que durante este periodo de tiempo han hablado con nosotros explicándonos –de una forma llana, comprensible y tratándonos de una forma muy humana- cual era realmente la situación y las alternativas de las que disponía la moderna medicina para el caso, a las ATS y auxiliares, por la sensibilidad, profesionalidad y cariño -que desgraciadamente no siempre van unidas de la mano- pero que en este duro momento todas, han hecho gala tanto de unas como de otro, tanto para con la persona enferma, como para con los familiares, preocupándose –más allá del aspecto estrictamente profesional- que todos nos encontrásemos, dentro de lo complicado y penoso de la situación, de la mejor manera posible.

Desde estas líneas, simplemente transmitir nuestro agradecimiento -de parte de la familia de Amalia- a las personas que trabajan en esta planta y que han demostrado, aparte una gran preparación técnica, grandes valores humanos, algo que en otros departamentos –como desgraciadamente también hemos podido constatar, a lo largo de una enfermedad tan larga- no se encuentran todo lo presentes que debiera estarlo y a aquellas, que aún después del tiempo pasado –que para nosotros ha sido muy corto- aún se acuerdan tanto de ella, como de nosotros.

A todas esas personas: Gracias.