domingo, 11 de julio de 2010

Ramón Marcos Allo, la sentencia del TC y el sentido común aplicado a la política.

Ramón Marcos Allo ha publicado una entrada en su blog que me ha sugerido estas líneas, con respecto a un tema que me preocupa y gustaría retomar después de haber leído “que un millón de catalanes” –entraremos en una guerra de cifras- se manifestó ayer en Barcelona, para pedir ¿qué? ¿El incumplimiento de la Ley actualmente vigente?, ¿La revancha por la derrota acaecida durante la Guerra de Secesión?...

Reconozco que he leído esa entrada con sumo interés y concienzudamente porque me interesa la opinión que en la misma se plasma. Ayer, junto con muchos otros compañeros y ciudadanos estuve en esa concentración, convocada por el partido en el que milito, porque entiendo que este Partido es el único que puede no solamente llevar la política a los ciudadanos, sino los ciudadanos a la política.

Tengo que reconocer que quería oír –de primera mano y sin intermediarios- la opinión de UPyD y de su portavoz, Rosa Díez, que para mi representan el sentido común y la realidad de lo que ocurre y transcurre en este País nuestro. ¿Por qué? Porque el mensaje de este partido llega nítido, claro y conciso, en directo, cuando puedes hablar de tú a tú con los protagonistas y no a través de actos orquestados en los que se agitan las banderitas de rigor, después de un suculento bocadillo, o en aquellos que de los que los medios dan –cuando lo hacen- una visión parcial y subjetiva.

Ramón escribe en su blog algo que me sorprende y qué me da que pensar. Al hablar del comunicado de Rosa Díez dice: “…Un manifiesto pedagógico que recordaba que sin el cumplimiento de la Ley democrática y de las sentencias judiciales, tanto de aquellas que nos gustan como de las que no, no hay democracia…” ¿Porqué me sorprende? Porque es tan coherente… que me asombra que algo tan lógico tenga que ser publicado para defenderlo… y porque también está en línea con lo que escribí en mi entrada anterior. Parece que no soy el único que piensa así.

Estoy de acuerdo con el Sr. Marcos me parece –ya no sorprendente, sino increíble- que en pleno Siglo XXI haya que salir a la calle para pedir, para reclamar algo que entiendo que es de cajón: que la LEY –y la pongo con mayúsculas- se cumpla, para que -como expresa Ramón Marcos- “…que se cumplan las reglas mínimas que la hacen posible” Entiendo que se está refiriendo a aquellas normas mínimas que todos nos hemos dado cuando se aprobó –con los votos de todos los ciudadanos de este País- esa Constitución, que si bien necesita algún que otro retoque –vuelvo a insistir en ello- ha demostrado ser un instrumento eficaz para arbitrar la convivencia de todos. Una Constitución que algunos partidos –o lo que es peor, algunos de sus miembros- han “interpretado” a la medida de sus intereses personales, sin tener en cuenta lo que afecta a todos los ciudadanos, y cuando hablo de “todos los ciudadanos” me refiero a aragoneses: catalanes, gallegos, extremeños, araneses, andaluces, vascos, asturianos… en definitiva a todos los españoles, por encima de localismos, autonomismos o regionalismos.

Somos ciudadanos de un País común, por más que algunos, después de tantos años de inmersión “cultural”, o de “legendarias epopeyas” les cueste reconocer -o simplemente- vivir esta realidad.

Hablan con ligereza de que la sentencia del TC representa –obviamente para ellos- un atentado a la “dignidad de Cataluña”… y automáticamente pienso en la dignidad del resto de los ciudadanos españoles.

¿Alguien además de UyD defiende esa dignidad patrimonio de todos y cada uno de nosotros?

Pero lo más sorprendente y preocupante es que una de las personas situadas al frente de esa “multitudinaria” manifestación sea el Presidente de la Generalidad (honorable por más señas) que ocupa ese cargo gracias a las reglas marcadas por esa Constitución que tanto denosta.

Como dice el Sr. Marcos en su blog: “…La democracia con estos hechos está en peligro en España…”

Efectivamente. Parece que no tenemos en cuenta la voluntad popular general –no la voluntad de unos pocos- me refiero a la voluntad de todos. A veces, parece que algunos se olvidan una definición, que -para mi aún está llena de contenido- que se llama “fuerza moral” y que parece que esta demodé. Si, ya sé que hablar de moral y/o ética, en estos tiempos y a algunos miembros de la clase política actual es como hablarles del Mundo de Oz. Pero creo que una de las obligaciones de las instituciones –y de sus miembros- que en definitiva se supone que son el espejo de la sociedad, es la de representar y respetar la Ley y –por lo tanto- las sentencias que de ella emanan.

Por eso no entiendo demasiado la manifestación de ayer, salvo como la expresión del intento de “dictadura iletrada” de una minoría o como un acto de “afirmación nacional” que bien se podría haber desarrollado en el contexto de la Plaza de Oriente en tiempos pretéritos. Una manifestación que más bien parece convocada para defender los intereses de unos pocos frente a los demás, representados por ciudadanos de las más diversas proveniencias: pobres, ricos, extremeños, andaluces o aragoneses… o de cualquier otra parte de la geografía española, que con su trabajo, que con su esfuerzo diario han ayudado y propiciado que una parte de España, sea lo que es hoy en día.

Para mi la grandeza de la democracia está en que todos somos ciudadanos de un País, que podemos elegir a nuestros representantes políticos y que vivimos, trabajamos y nos esforzamos, protegidos bajo el manto de una Ley que emana de los órganos que todos hemos elegido y respetamos… Porque no podemos olvidar que las leyes las redactan aquellos que –encumbrados con nuestros votos- nos representan, tanto en el Congreso, donde las discuten, cambian y sancionan, como en el Senado. Una Ley que nos declara a todos iguales ante ella. Se que en primero de derecho te dicen: “lo legal, no tiene nada que ver con lo justo”.

Nuestra obligación es propiciar que –en la medida de nuestras posibilidades- lo legal sea lo justo y lo justo sea lo legal.

Y si creemos que eso no es así, ya es hora de que lo cambiemos, dejándonos de votos “útiles”, históricos, histriónicos o histéricos. El problema de los nacionalismo es que para justificar su propia existencia cada vez se encierran más en sí mismos, cada vez mienten más acerca de las intenciones que tienen todos aquellos no son “los suyos” y declaran a quién quiere escucharlos –por activa y por pasiva- que la culpa de todas las cuitas de los ciudadanos que administran, no es tanto la propia administración -o sus propios errores- como la culpa de “los otros” que no les respetan.

¿Quiénes son “los otros”? pues aquellos que desde su punto de vista, desde su perspectiva, son diferentes, o que simplemente no gustan de “comulgar con ruedas de molino”.

Un ejemplo: Un amigo vasco me comentaba que no iba a traer el coche a Madrid durante unas vacaciones ya que aún tenia matricula de Bilbao y le habían, jurado -y perjurado- que los coches con matriculas del País Vasco se quemaban en Madrid. Por cierto, el coche estuvo una semana aparcado en una calle madrileña, y aún sigue “disfrutando” –lo entrecomillo por lo antiguo que es el coche- de él. Nadie se lo quemó. Pero si no lo hubiera vivido en primera persona, si no hubiera salido fuera de su Bilbao natal, seguramente sería uno de los que con la plena convicción que da el desconocimiento de la realidad, hubiera confirmado que efectivamente, en Madrid queman los coches vascos por el mero hecho de serlo.

Debemos dejar de esperar que los demás solucionen nuestros problemas, Debemos luchar porque las cosas sean más igualitarias para todos los ciudadanos, independientemente de su cuna o lugar de procedencia. Debemos movilizarnos para que finalmente y a través de las urnas y el cumplimiento de la Ley, impere el espíritu de las mayorías y no el de unas minorías ruidosas e interesadas.

En cualquier caso, como decía Bogart en Casablanca “...siempre nos quedará París” Por eso personalmente no me preocupo demasiado. Me consta –de hecho, lo he soñado- que el Sr. Zapatero ¿Presidente de España? será el garante de la unidad de este País… y para convencerme ya he oído sus declaraciones respecto tener una reunión con el Sr. Montilla para dilucidar como se puede “bordear” la sentencia del máximo órgano constitucional, me imagino que –es una presunción personal- para no perder votos en Cataluña y que el Sr. Montilla intente continuar presidiendo -beneficiosamente- la Generalidad junto con sus “compañeros de viaje”.

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