miércoles, 25 de febrero de 2009

Herriko taberna

Es curioso ver la doble moral que se estila –y destila- en algunos lugares de este País.

La noticia de que un vecino afectado por el último atentado de ETA, su vivienda sufrió daños por la bomba que destrozo la Casa del Pueblo socialista de la localidad (Lazkao) se ha liado a mazazos contra una herriko taberna da que pensar… como da que pensar la noticia de que la izquierda abertzale haya convocando una manifestación de “repulsa” ante un acto tan vandálico y violento y que en un ejercicio democrático, al que por otra parte esta muy acostumbrada, haya empapelando con pasquines amenazadores algunas calles de la localidad tildándole de “fascista” y con su rostro, para que cualquier "valiente" pueda reconocerlo y agradecerle el que haya empuñado el mazo y quizá haya dado un aldabonazo en las conciencias de otras personas que no forman parte de esta “izquierda tan civilizada”.

Seguramente –en un acto de justa reciprocidad- también el resto de los ciudadanos tuvieran que convocar manifestaciones de protesta ante la bomba colocada en la Casa del Pueblo, y poner el rostro de los que la pusieron en pasquines…

Que yo tenga noticia, nadie en el País Vasco –hasta ahora- ha respondido tan claramente ante la violencia que ejercen los de siempre –y en contra de los de siempre- y que ahora, por arte de un mazo quieren aparecer como buenos chicos, como las víctimas de una violencia gratuita, que se limitan a convocar manifestaciones de protesta ante la violencia ejercida –al menos por una vez- contra ellos. Curiosa falta de memoria –cercana y lejana- ante atentados, asesinatos, extorsiones (revolucionarias o no) boicots e intimidaciones varias, que se niegan a sistemática y tozudamente a condenar.

Pero hay una diferencia cuantitativa y cualitativa: él ha utilizado un mazo. Otros utilizan bombas o tiros en la nuca.

Este acto quizá nazca de la desesperación, de la impotencia, de la indefensión ante el miedo generalizado de sus conciudadanos, un miedo que nace de la proximidad de los terroristas, que pueden ser tu vecinos, o simplemente aquel que toma café a tu lado por las mañanas, o ante aquellos que aún se preocupan de dar balones de oxigeno a los que no son más que unos asesinos. Conviene recordar que el miedo es libre, aunque no te haga libre, ni mucho menos.

Sobre la acción de Emilio se oirán y escribirán bastantes opiniones, comparándolo con lo que le ocurriría a cualquier “persona” de la izquierda abertzale, en un debate falaz, como aquel que trata de comparar los derechos de los terroristas –que están vivos- con los de sus victimas, que desgraciadamente descansan en cementerios. Que la violencia no es buena es algo que está de fuera duda, al menos entre la ciudadanía normal, pero aunque no lo comparta, entiendo perfectamente que al fin alguien se haya decidió plantar cara a quienes lo hacen continuamente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No puedo estar mas de acuerdo contigo.No fue la manera correcta, pero creo que es el vasco que mas respeto ahora mismo, por que es un autentico Vasco
Animo emilio