viernes, 16 de enero de 2009

Cuando perdemos la salud

Muchas veces, en la vida perdemos la perspectiva y corremos detrás del dinero, de los bienes, y los oropeles gravosos en los que nuestra sociedad es tan prodiga. Y continuamos así, hasta que perdemos lo más preciado: la salud, bien nosotros o alguien muy cercano a nosotros. Todo lo demás pasa a un segundo plano.

Y entonces entramos en otro mundo repleto de médicos que nos hablan desde las alturas, de empresas de ambulancias –contratadas por la Comunidad, esto es con dinero público- que tienen ambulancias sin calefacción ni aire acondicionado, que explotan a sus trabajadores en turnos maratonianos, porque “se hacen cargo” de todos los servicio, lo que les impide llegar a tiempo para recoger a los pacientes y llevarlos al centro hospitalario o a su hogar, o que envían a una sola persona para trasladar a un paciente impedido, esperando contar con la ayuda de alguien para poder subirlo a su domicilio, empresas de ayuda a domicilio, también pagadas con dinero público, que no pagan a sus empleados y que no les hacen contratos para que no puedan quejarse…

Y yo me pregunto ¿nadie se ocupa de controlar las actividades de estas empresas pagadas con el dinero de todos y que nos dan servicio a todos?

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